Descubriendo la Nación Criolla: Marina Salandy-Brown comparte la riqueza de San Andrés, con los lectores de Trinidad y Tobago

En la edición 2024 de FILSAI, tuvimos el honor de contar con Marina Salandy-Brown como invitada especial, líder de la delegación del país homenajeado, Trinidad y Tobago, y directora del prestigioso Bocas Lit Fest. En su participación, Marina nos ofreció una visión fascinante de los vínculos profundos entre nuestras islas caribeñas, más allá de las barreras lingüísticas y geográficas. Desde su experiencia, explora las complejidades del cruce de lenguas y culturas en el Caribe, revelando cómo las islas de San Andrés y Providencia forman parte esencial de esta rica y multifacética Nación Criolla.

A través de su columna, «Discovering the Creole Nation», en TT News, Marina profundiza en la historia y la identidad cultural de nuestro archipiélago, destacando las intersecciones entre el inglés criollo y el español, y las tensiones que surgen de su coexistencia. Su texto, que presentamos traducido a continuación, es una invitación a reflexionar sobre nuestras raíces comunes, el poder de nuestras lenguas y el papel del arte y la literatura en la resistencia cultural.

Descubriendo la Nación Creole

Marina Salandy-Brown | TTNews

FILSAI es el acrónimo de la Feria del Libro de San Andrés y del encuentro musical Yehman Fest, en el que Trinidad y Tobago fue el país invitado en 2024. Cualquier persona caribeña que asistiera a este animado evento de cuatro días en la capital de la isla se sentiría como en casa debido a la familiaridad de la geografía y la energía del lugar. Sin embargo, el idioma requeriría un esfuerzo especial, y ahí radica una historia fascinante de una parte del Caribe creole que, para muchos de nosotros, sigue siendo en gran medida desconocida.

Los raizales (como se les llama coloquialmente a los nativos de San Andrés) son bilingües. Su español suena típico de América Latina, pero su inglés, para nuestros oídos, tiene más en común con el patois jamaiquino que con el inglés británico. Durante mi presentación inaugural, en nombre del Bocas Lit Fest, no tuve problemas para encontrar a alguien que pudiera hacer una lectura auténtica de un poema jamaiquino que se ajustara al tema general del festival: Las fronteras son imaginarias, o en el dialecto local, «Bitout Baada», una transliteración de “sin fronteras”.

Las islas, que pertenecen a la república de Colombia pero se encuentran más cerca de las costas de Nicaragua y Panamá, probablemente no están en el radar de la mayoría de las personas de nuestra región anglófona, aunque pertenecen a nuestra esfera histórica, lingüística y cultural. No estaban en mi radar hasta un intercambio literario organizado por la embajada de Colombia en Trinidad, en colaboración principalmente con el gobierno del archipiélago y el Banco de la República. Aunque Colombia es uno de los países hispanohablantes más grandes, ubicado entre América Central y del Sur, el embajador colombiano en Trinidad y Tobago, Su Excelencia William Bush Howard, nativo del archipiélago de San Andrés, Providencia y Catalina, tiene un nombre completamente inglés, acorde con la historia colonial británica única de las islas.

Las islas fueron conquistadas en orden inverso al nuestro. Los puritanos ingleses las colonizaron, y los esclavos africanos y los pueblos indígenas, muchos desplazados del Caribe oriental, se mezclaron, como lo hicieron en las regiones costeras circundantes de Bluefields en Nicaragua y Puerto Limón en Costa Rica. Desarrollaron una lengua criolla basada en el inglés afrocaribeño. Otra oleada de «caribes negros» llegó más tarde para vivir en Guatemala, Honduras y Belice. Su idioma pertenece al grupo de lenguas arahuacas y ha sobrevivido siglos de discriminación y dominación lingüística. En 1641, España expulsó a los ingleses, y el español se convirtió en el idioma dominante en todas estas áreas, excepto en Belice, que fue británico.

El concepto de que las fronteras son nociones arbitrarias no es tan descabellado cuando consideramos la manera azarosa en la que muchas de nuestras islas fueron colonizadas y cómo nosotros, como caribeños con una gran diáspora, seguimos siendo definidos por nuestra conexión con esas pequeñas pero dispersas masas de tierra en el Mar Caribe, que no tienen una capital o un centro único. Alrededor de la Cuenca del Caribe hablamos predominantemente cuatro de los principales idiomas europeos, además de una infinidad de lenguas originales e híbridas que no existen en ningún otro lugar. Estas lenguas revelan nuestro origen diverso como rutas migratorias durante milenios, que nos han dado una multiplicidad de historias moldeadas por lazos precoloniales, coloniales y poscoloniales.

La forma en que hablamos y lo que hablamos puede ser un tema controversial y casi siempre es político. Las narrativas que creamos con esos idiomas son importantes para definir quiénes somos y cómo nos percibimos. La persona promedio puede darlo por sentado, pero nuestros escritores del Caribe anglófono han estado involucrados en el largo y continuo proyecto de encontrar nuestra voz como personas libres. El inglés estándar sigue siendo nuestro principal idioma escrito, pero los escritores han estado registrando en la página los dialectos criollos de sus personajes, que reservamos para entornos domésticos y familiares, y que solo vemos escritos en la ficción.

En San Andrés, el idioma oral principal es un creole basado en el inglés, pero su idioma escrito principal es el español. Los sanandresanos y providencianos están empujando contra lo que ven como la supresión del inglés estándar y el reemplazo por el español. Cuando consideramos que no hace mucho tiempo muchas personas en pueblos y ciudades de Trinidad hablaban patois francés, y que alguna vez todos lo hicieron; que no hablamos ningún idioma africano, ni idiomas indios o chinos, ni portugués, apenas español, y nos hemos vuelto monolingües, podemos deducir que esta transición no fue necesariamente un accidente, sino el resultado de una política bien implementada y exitosa de homogenización e integración. Es a través de la expresión cultural, ya sea en la música, el arte, la danza y, de hecho, la literatura, que resistimos.

FILSAI ayudó a explicar lo que nosotros, los visitantes de San Andrés, solo podíamos intuir en el laberinto lingüístico en el que nos encontrábamos, y también indirectamente por qué se está haciendo tanto esfuerzo en el desarrollo cultural de las islas, que se consideran parte de las Indias Occidentales. Clamor of the Islands: St Andrew and Old Providence Under Colonial Rule, del autor local Martin Pomare Howard (2021, University of Pittsburgh, disponible en Amazon), es una exposición muy legible y animada de las contradicciones y paradojas históricas, lingüísticas y culturales de las islas, así como de los desafíos a la hegemonía del idioma español en el contexto nacional colombiano, que inevitablemente incluye temas de clase, raza y etnicidad, con sus orígenes en la colonización. 

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